Los ojos me dolían de esperar.
Pasaste.
(Jaime Gil de Biedma)
Y se encendió la noche con tu paso.
Tu letra se trenzó sobre mi pelo
que reventó de pájaros.
(Morgana de Palacios)
No es el momento de quemar las naves.
Tomo una decisión rotunda y clara:
voy a permanecer más allá del desgaste
aunque tan solo sea porque di mi palabra
de mantener con vida algunos nombres muertos
mientras me queden fuerzas.
No se cierra el garito,
ni aunque todas las mesas se vacíen
porque no escriba una palabra más,
y el ciclo del hartazgo se repita incansable
cerrando sus etapas vitales en mi cara.
Será el propio sistema quien acabe con todo,
será la laxitud sincronizada
con la enorme apatía que da sobremorirse.
Nadie me obliga,
nada se me impone
porque es mi voluntad no humillar la memoria.
Que cada uno actúe como quiera
y aprenda a deshacerse de sus lastres
por la borda de todos los olvidos.
No quiero evolución a costa de mi sangre,
ni cedo ni me venzo ni renuncio,
porque no soy tan solo lo que escribo,
sino mi rebeldía ante una realidad
que no merece ni un borrón de tinta.
Me opongo firmemente
a ser el azimut de mi propia desidia
y continúo viaje sin moverme del sitio.
Comentarios
Publicar un comentario