Ignoro dónde está la herida que me mata.
¿Acaso tú lo sabes?
Qué más quisiera yo
que volver a los tiempos de inocencia
cuando todo termine.
Porque soy una vasta ciudad bombardeada,
absorta Nagasaki me desangro
por un sinfín de impávidas arterias
sin encontrar el núcleo de la devastación.
Podría echar la culpa a tus voces sin rostro
a tu rostro sin manos
a tus manos sin alma
y seguir parcheando con silencio
las llagas que no cierran.
Podría hasta cortarme la cabeza
para acabar así
con el rumor de amores reprochantes
que me asorda la carne
pero entonces
dejarías de ser Enola Gay
y de engendrar poemas como súbitos golpes.
Inspirarte no es todo
pero pudiera serlo cualquier noche.
Jamás cobro por ello.
No te olvides.
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