hay cosas que no piden permiso para ser
así que cuando suenan
las sirenas de alarma
y destellan las luces de peligro
suele ser tarde para abunkerarse
si yo hubiera intuído
la que se avecinaba con Abril
hubiese puesto cepos en los ojos
cristales aguzados en las lenguas
ajos y crucifijos en las puertas del alma
me hubiera puesto a salvo de lirismos
en la espelunca de la indiferencia
que suele protegerme de tragedias ad hoc
e ironiza sobre amores vesánicos que provocan alergias
y agostan la epidermis de los sueños
la química mortal de un hombre en blanco
para escribir sus ansias surreales
nunca mutó el orden de mi caos
ni mi lista privada de demonios
pero los semidioses no debían
mezclarse con mortales mentalmente
todo lo más
excitarles la lengua
o intentar seducirles el instinto
tocando el punto G del desvarío
en esas raras veces que jugamos
a ser "paciente inglés" sin lubricantes
ni cielo protector sobre las ganas
porque puede nacer la paradoja y acabar degollados
con la cabeza expuesta
en la vitrina de cualquier mujer
que lleve guillotina incorporada
si llega la excepción se confirma la regla
y el propio juego marca los triunfos
que rompe la baraja del asombro
ay, si yo hubiera sabido
de la delicuescencia de mis brumas
ante el talento oscuro de un ludópata
otro gallo cantara en mi retina
pero hay cosas
que no piden permiso para ser
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