No me interesa nada calentarte,
encelarte, excitarte,
aumentar la tensión sexual
entre mis pies descalzos y tu lengua.
No quiero provocarte sacudiendo
el pañuelito rosa de Ginebra
en el torneo azul de príncipes azules.
No me interesa hacerte sospechar
que existe algún lugar virgen en mí
esperando que puedas desvirgarlo
con tu navaja urbana,
ni rebuscar palabras que te inciten
a revolver la cama de mi ausencia.
Deberías de ser un asesino a sueldo
para que me mirara en tus pupilas
y te pidiera ansiosa, ese tiro de gracia,
que pudiera guardar tu pistola de insomnios.
No sé cómo te gusta acompañarme
en este vuelo amargo,
con toda la dulzura que tienes entre dientes
esperando anhelante para ser masticada.
¿No te cansas de ver mi indiferencia?
¿No la sientes?.
Mátame, corazón, que estás a tiempo.
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