Si me muero de ti
ni tú me creerías.
Te has acostumbrado a verme morir sola
tragicotidianamente
y apenas te sorprendes de mis resurrecciones
extemporáneas.
Mis ojeras presienten tus tormentas
y si me vieras bien cuando relampagueas,
si vieras lo que en mí nadie adivina,
no sabrías si soy una mujer
o el holograma triste de un poema
que aún no he terminado de escribir
y se extiende en el tiempo del enigma
y me cubre el instinto
y me amortaja el alma.
Ni yo me reconozco en el espejo
cuando miro a la extraña que me observa,
no sé si son mis ojos
o los que me ha pintado tu ansiedad
con su lengua de sombras,
no sé si estoy despierta
o me mudé a tu sueño demiurgo.
Esa desconocida
clara y estremecida
¿alguna vez fuí yo?
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